La gente anda diciendo que esta semana la crisis de las coimas terminó de explotar en la cara del Gobierno. Los audios filtrados del exfuncionario Spagnuolo instalaron la frase que ya todos repiten: “Karina se quedaba con el 3%”. Pero lo más grave fue la reacción: censura previa ordenada por un juez para frenar su difusión, allanamientos a medios, amenazas a periodistas y hasta hostigamiento en redes. Un gobierno que se proclama de la “libertad” actuando como si la libertad fuera un lujo prohibido.
La gente anda diciendo que el golpe más fuerte no vino de los tribunales, sino de las urnas. En la provincia de Buenos Aires, el oficialismo fue derrotado de manera categórica: apenas 34 % frente a un 47 % del peronismo. Una paliza electoral que marcó un quiebre. Muchos interpretan que fue un plebiscito: la sociedad empezó a decirle basta al ajuste, a la soberbia y a la corrupción. Lo mismo pasó en Corrientes, donde el oficialismo tampoco pudo sostener su relato. Es el cansancio que se acumula, la bronca que se transforma en voto, la paciencia que se termina. El “león” descubrió que el rugido se le apaga cuando el pueblo empieza a despertar.
En medio de ese clima, quedó flotando la ironía: mientras Karina se llevaba el 3%, Milei perdió por 13%. Un número que, más que casualidad, parece símbolo del giro popular.
La gente también comenta que en el Congreso se le torcieron varios brazos al Ejecutivo: se aprobaron leyes que restituyen fondos a universidades y programas de discapacidad, frenando el recorte. Incluso con todas las presiones, la democracia encontró respiro en la resistencia parlamentaria.
En paralelo, la crisis social sigue golpeando: inflación que achica sueldos, falta de medicamentos, casi 100 muertes por fentanilo contaminado sin respuesta estatal. Cada número de la economía es un recordatorio de que las recetas de mercado no llenan la heladera.
Y aunque el Gobierno insista en hablar de “complot”, la calle y las urnas mostraron otra cosa: la gente ya no compra excusas. El voto del domingo fue más que un resultado: fue un aviso. Un pueblo que todavía sabe levantarse y decir que no está dispuesto a entregar ni derechos ni dignidad.